Rembrandt y el retrato en su época, así fue la exposición en el Thyssen de Madrid

Tras reabrir sus puertas a los visitantes una vez superada la crisis sanitaria del Covid19, el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid presentó la exposición Rembrandt y el retrato en Ámsterdam.

En esta interesante exposición se podía conocer la faceta del gran pintor holandés como retratista de la nueva clase social en Holanda.

A continuación, te vamos a situar a Rembrandt en su época del siglo XVII.

Toda la información al detalle

Rembrandt y su época en Ámsterdam

Por entonces, el comercio hacía que en una ciudad portuaria como Ámsterdam entrase mucho dinero, lo que propició que se liberalizase la economía, y con ello, la sociedad, de forma que fue surgiendo la llamada burguesía liberal.

Los nobles y aristócratas dan paso a una nueva clase media que disponía de mucho dinero y que quería gastárselo en decorar con sus retratos las paredes de las grandes casas que adquirían en los canales y en haciendas en el campo.

Para esta nueva burguesía, era una manera de ser recordados, tanto si era por cuestiones de matrimonio o familiares, como por sus éxitos profesionales.

Atraído por esta circunstancia, Rembrandt se traslada a Ámsterdam hacia 1631 desde su ciudad natal Leiden.

Por entonces ya había en la ciudad retratistas importantes como Keyser o Frans Hals, ya que el retrato era un género que tenía una gran demanda, y esto atrajo a muchos artistas por la posibilidad de negocio que suponía.

Exposición Rembrandt y el retrato en museo Thyssen-Bornemisza en Madrid

Cualquier artista que quisiera triunfar en el siglo XVII, consideraba a Ámsterdam como una de las mejores ciudades para establecerse.

Rembrandt llega a la ciudad sin ser un pintor muy reconocido, y por entonces aún no había pintado ni un solo retrato, pero fue allí donde desarrolló durante diez años esta faceta como retratista, alcanzando el máximo nivel.

A partir de ahí comenzó la producción de grandes lienzos, como ‘Ronda de noche’ o “Lección de anatomía”.

Además, los clientes comienzan a demandar cuadros en los que no aparezcan en posición hierática pareciendo que están posando, sino en escenas más cotidianas.

Cómo fue la exposición “Rembrandt y el retrato”

Esta excepcional muestra tenía como comisario a Norbert E. Middelkoop, el conservador del museo de Ámsterdam, y constaba de 80 pinturas, 16 grabados y una plancha de grabado.

Exposición Rembrandt y el retrato en museo Thyssen-Bornemisza en Madrid

Algunas de las obras expuestas nunca habían sido vistas con anterioridad en España.

Las obras no solo procedían del citado museo de Ámsterdam, sino también de otras pinacotecas como el Hermitage de San Petersburgo, del Metropolitan de Nueva York y la National Gallery de Londres, además de diferentes colecciones privadas.

La exposición recogía, además de las 39 obras pintadas por Rembrandt, una selección de lienzos de artistas coetáneos y antecesores al pintor como Cornelis Van der Voort, Jacob Backer, Frans Hals o Werner van den Valcklert.

Mostraba pinturas dedicadas al retrato de 35 artistas durante casi cien años, el llamado Siglo de Oro holandés.

En las distintas obras se podían ver hombres de negocios, retratos de grupo, artesanos trabajando, mujeres, niños y eruditos de la época, así como famosos retratos de los propios pintores.

 La exposición de Rembrandt en el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid se planteaba con un recorrido por ocho salas.

Exposición Rembrandt y el retrato en museo Thyssen-Bornemisza en Madrid

Tradición e innovación

La primera sala dedicada a la tradición y la innovación se podía considerar como una muestra de los personajes que se iban a ir viendo representados a lo largo del recorrido.

No eran ni nobles, ni aristócratas, ni autoridades eclesiásticas como era habitual, sino familias burguesas, artistas y miembros de la élite de la ciudad pintados solos o en grupo.

A destacar el retrato de la Guardia cívica del capitán Arent ten Grootenhuys y el teniente Jacob Floriz, de Frans Badens, que por sus grandes dimensiones había sido instalado en la sala de entrada del museo.

Una nueva generación

En este apartado se hacía un recorrido por algunos de los antecesores a Rembrandt, entre los que destacaban Van der Voort, quien aportó novedades al retrato dando mayor naturalidad a sus clientes.

También Van der Valckert, quien introdujo en sus lienzos los retratos historiados muy bien equilibrados en la composición, o De Keyser, que prestó una atención especial a las figuras en relación al espacio, creando una gran armonía.

Exposición Rembrandt y el retrato en museo Thyssen-Bornemisza en Madrid

 Primeros retratos de Rembrandt

Cuando Rembrandt llego a Ámsterdam, su marchante y también pintor, Hendrick Uylenburgh jugó un papel muy importante a la hora de introducir al artista en el mercado del arte y en los círculos sociales de la época.

Rembrandt observó y utilizó algunos de los recursos de sus antecesores, añadiendo otros de su propia creatividad, como el movimiento o la acción en sus modelos.

Consiguió un enorme éxito al introducir cambios como el giro de la cabeza del personaje, la suave torsión del cuerpo o las posturas de la que posiblemente fue su hermana Elisabeth van Rijn.

En esta sala mostraba algunos ejemplos de tronies como “Busto de anciano con traje de fantasía”, que es una representación típica holandesa que no quiere ser un retrato, sino un tipo, y que llegó a constituir un género artístico independiente.

Rembrandt y sus competidores

Cuando el joven Rembrandt llego a Ámsterdam, ya existía en la ciudad un grupo importante y numeroso de pintores que se dedicaban al retrato.

Exposición Rembrandt y el retrato en museo Thyssen-Bornemisza en Madrid

Entre los más significativos estaba Frans Hals, que aunque su actividad se desarrollaba más en Haarlem, tenía encargos muy importantes en Ámsterdam.

Fue un retratista excepcional que supo captar a sus modelos en posturas desenfadadas dando más naturalidad a los retratos.

Se podían ver también obras de Jacob Backer, de Dirck Santvoort o del alemán Joachim von Sandrart, todos coetáneos del artista y probando fortuna en la rica ciudad holandesa, una de las primeras ciudades capitalistas de Europa.

Cambio del estilo de Rembrandt

Después de diez años haciendo retratos, y ya muy afianzado en la ciudad de Ámsterdam, Rembrandt redujo la producción de retratos.

En esa época falleció su esposa Saskia, lo cual supuso un fuerte golpe para el artista, pero al mismo tiempo esto dio pie a un cambio en la creación del pintor, con obras tan impresionantes como “La ronda de noche“, una de sus piezas más reconocidas universalmente.

Aparecen nuevos artistas con ideas diferentes que incorporan fórmulas nuevas, lo que indica un cambio en los gustos.

Exposición Rembrandt y el retrato en museo Thyssen-Bornemisza en Madrid

Comienzan a ponerse de moda los retratos de pequeño formato donde los clientes son los protagonistas de escenas cotidianas, tanto de interior como al aire libre.

Caminos divergentes

En esta sala se veía la evolución de los gustos, y como el mercado de los retratos evoluciona demandando a los pintores más atención en las poses de las figuras en escenarios más cuidados, como en Retrato de un hombre en su escritorio” de Rembrandt.

Estos cambios son aceptados por el artista de una forma absolutamente personal, y aplica en sus obras la llamada “manera tosca” que hasta entonces solo se usaba en los tronies y por lo que fue considerado una celebridad fuera de su tierra.

Rembrandt y sus competidores: últimos años

En esta última etapa, Rembrandt se mantuvo fiel a su estilo, un estilo en el que predominaban las sombras, los tonos oscuros y muy contrastados.

Al contrario que sus competidores, quienes fueron evolucionando según las tendencias de la época, Rembrandt mantuvo su pincelada pastosa y gruesa cargando de expresividad a las figuras retratadas.

Rembrandt: grabados con retratos

Además de un gran pintor Rembrandt, fue un extraordinario grabador, y realizó grabados de su círculo más íntimo, como familiares y amigos.

En la exposición destacaba el aguafuerte de Jan Six, de 1647, y el Autorretrato, de 1639, en el que el artista se representa a si mismo con el brazo apoyado en un pretil.

En resumen, la exposición del Thyssen-Bornemisza se convirtió en una muestra del retrato durante cien años, con el artista más importantes del siglo XVII como retratista y grabador.

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