10 interesantes curiosidades de la historia del Egipto de los faraones
Una de las exposiciones que más interés suscitó en Madrid en 2018 fue la que se pudo visitar en CaixaForum, realizada con la colaboración del Museo Británico de Londres.
Se trata de la exposición Faraón, rey de Egipto, en la se mostraban hasta 164 piezas repartidas en diez secciones, en las cuales se exploraba el simbolismo y el ideario de la monarquía egipcia.
A través de los objetos de orfebrería, estatuas monumentales y relieves de templos se nos va narrando la historia de esta civilización que ha cautivado al mundo a través de los siglos.
Toda la información al detalle
Así fue la exposición “Faraón, rey de Egipto” en CaixaForum
En la exposición Faraón rey de Egipto se pudieron ver estatuas monumentales, algunos relieves en piedra de los antiguos templos, papiros, joyas y objetos rituales.
Entre las piezas que destacaban estaban una impresionante cabeza del faraón Tutmosis III de limonita verde, la figura del dios halcón Re-Haractes, la estatuilla del dios Amón-Ra de plata sobredorada, un busto de Alejandro Magno o unas losetas del palacio de Ramsés III.
Durante tu paseo también podías sentarte un rato para ver unos vídeos sobre la antigua civilización egipcia.
Además, podías adentrarte en una tumba faraónica en un espacio educativo donde se podían elegir los elementos que daban poder y prestigio a la vestimenta del faraón.
Curiosidades del Egipto de los Faraones
A continuación te vamos a destacar curiosidades y aspectos interesantes sobre los faraones, cuyas representaciones se mostraban en las distintas secciones temáticas de la exposición de CaixaForum.
Egipto, la tierra de los faraones
Egipto siempre ha estado condicionado por el río Nilo que cruza todo su territorio de norte a sur dividiendo al país en el Alto y el Bajo Egipto.
El Nilo era la principal ruta de transporte en Egipto, aunque en el sur se complicaba por las cataratas, lo cual obligaba a descargar y hacer el trayecto por tierra.
Las tierras que quedan a las orillas eran muy fértiles y los antiguos egipcios canalizaron muy bien las aguas para tener cosecha todo el año; por el contrario, a ambos lados del valle del Nilo se extiendes áridos desiertos.
Los faraones, señores de las Dos Tierras, eran los encargados de gobernar Egipto y protegerlo de los enemigos y gobernaron Egipto desde 3.000 a.C., hasta la conquista romana en el 30 a.C.
Eran los sumos sacerdotes y supervisaban la construcción de impresionantes templos en donde celebraban sus rituales, y para garantizar el renacer del faraón en el otro mundo, hacían entierros reales debajo de las pirámides o en el Valle de los Reyes.
En la exposición también se mostraba la naturaleza humana de los faraones, representándoles como grandes guerreros o estrategas militares ante los enemigos.
A pesar de ello no pudieron evitar algunas guerras civiles, así como ser invadidos en varias ocasiones por potencias extranjeras.
El Faraón, Hijo de los dioses
En el antiguo Egipto se rendía culto a cientos de dioses y se creía que el faraón mantenía un vínculo especial con ellos, por eso era el encargado de representar a los dioses en la tierra, y de esta forma se mantenía el orden universal.
Horus, dios con cabeza de halcón, fue el último gobernante divino y el faraón era su reencarnación.
Una vez fallecido, cada faraón se transformaba en el dios Osiris, padre de Horus en la Tierra.
Los faraones eran la conexión entre lo humano y lo divino y así lo representaban en sus paredes de sus templos.
Faraones, símbolos de poder
Elaboradas ropas y suntuosas vestimentas diferenciaban al monarca del pueblo.
Joyas simbólicas con significados que marcaban su poder y su conexión con los dioses, como la doble corona que combinaba la corona roja del Bajo Egipto y la corona blanca del Alto Egipto.
Y como no, el Ureo, que era la cobra erguida de su frente.
El faraón también disponía de una gran titulación que incluía nombres, títulos y epitelios.
Cada faraón tenia normalmente cinco nombres reales, dos de ellos eran los relativos a la entronización y al nacimiento; éstos se ponían en cartuchos rodeados por una cuerda con nudos como protección.
Templos en Egipto: los reyes y los dioses
Los templos o casas del dios eran lugares imprescindibles para la reacción del faraón y los dioses.
Algunas veces el monarca reinante derribaba el del anterior faraón y lo readaptaba para así dar más poder a su reinado, lo cual hizo que los nombres de los nuevos faraones se inscribiesen sobre los anteriores.
Aunque del faraón se esperaba que realizase las ceremonias, lo cierto es que normalmente eran los sacerdotes los que las hacían por todo el país en representación del monarca.
Si los dioses quedaban satisfechos, les premiarían con un año de fértiles cosechas.
Festividades y memoria
Los templos eran el lugar donde se celebraban muchas de las festividades religiosas, y era el momento en que se permitía a la población relacionarse con los dioses, o más bien con sus estatuas.
Una de las fiestas más importantes era la Fiesta de la Sed, ceremonia durante la que el faraón realizaba distintos rituales para demostrar que estaba preparado para defender el país.
La memoria de los antiguos gobernantes era un elemento importante en la cultura egipcia, venerandoles como figuras santas que podían intervenir en la vida cotidiana.
Algunos de ellos llegaron a ser adorados como dioses después de su muerte.
Esto contrastaba con el hecho de que algunos faraones eliminases los rastros de los anteriores, como es el caso de Akhenaton, quien provocó grandes disturbios religiosos pues solo adoraba a un dios, Atón.
Sus restos fueron profanados por monarcas posteriores.
La vida de los faraones: el palacio y la familia
Los palacios reales se construían por todo Egipto, ya que además de dar vivienda a la familia real, eran el lugar donde se realizaban distintos rituales y ceremonias, además de disponer de múltiples habitaciones para invitados.
Estos se construían con adobes secados al sol, a diferencia de los templos, que eran de piedra, razón por la que se conservan muy pocos.
Las familias reales eran muy extensas ya que el faraón tenia consortes secundarias además de su esposa principal, y de hecho se cree que el faraón Ramsés II entre todas sus mujeres engendró a más de cuarenta hijos y cuarenta hijas.
Los matrimonios concertados eran lo habitual para reforzar lazos y alianzas con otros países.
Administrar Egipto en la época de los faraones: funcionarios y gobierno
El faraón disponía de un complejo sistema administrativo que estaba diseñado para mantener el control religioso, económico y político del país.
Los visires eran los funcionarios de más alto rango del gobierno y supervisaban a una red enorme de escribas, sacerdotes y administradores, quienes dejaban constancia de sus poder, actos y vidas en las tumbas y templos por todo Egipto.
Del pueblo sin embargo se sabía más bien poco, ya que la mayoría eran campesinos enterrados con pocos lujos y no nos han llegado ni los nombres.
Guerra y diplomacia en Egipto de los faraones
El faraón estaba obligado a defender el país de los ataques enemigos y a construir un imperio para honrar a los dioses.
Las fachadas de los templos se cubrían con escenas bélicas en las cuales el faraón combatía y aplastaba a sus enemigos.
La realidad no siempre era así pues Egipto fue atacado por nubios, persas, libios, griegos y romanos.
Todos ellos atacaron y gobernaron el país, aunque los registros oficiales egipcios se encargaban de omitir estos hechos.
Otra forma importante en la que los egipcios se relacionaban con sus vecinos eran las alianzas diplomáticas, de forma que intercambio de regalos y matrimonios políticos eran muy habituales.
Como consecuencia de las invasiones, Egipto en diversas épocas estuvo gobernado por potencias extranjeras.
Hubo gobernantes en el país como Alejandro Magno o el rey macedonio, así como no todos fueron del sexo masculino.
Lo que fue una constante al margen de su procedencia fueron los símbolos reales, como inscribir sus nombres en cartuchos o llevar en la frente el ureo, que era una figura de cobra erguida.
Los monarcas extranjeros mantuvieron las creencias religiosas tradicionales y tuvieron devoción por los dioses egipcios, aunque en sus respectivos países mantuviesen sus creencias.
Las tumbas y la vida eterna del faraón
Se creía que el faraón, una vez fallecía, viajaba al mundo de los muertos y para ello se llevaba consigo todo lo que podría necesitar.
Se le construía desde el comienzo de su reinado una majestuosa tumba para que reposase su cuerpo, con una gran decoración y un fabuloso ajuar funerario.
Además, el faraón era momificado para que llegase intacto al otro mundo, proceso que duraba unos setenta días.
Al llegar a la otra vida se asimilaba con el dios Osiris, que era el señor de los muertos y uno de los gobernantes míticos de Egipto.
Las tumbas en su mayoría fueron saqueadas y las momias reales que se conservan se encuentran en el Museo Egipcio del Cairo.
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